¿VIOLENCIA DE GÉNERO O VIOLENCIA FAMILIAR?
¿Las
leyes para erradicar la violencia de género son las idóneas para acabar con el
maltrato a la mujer? Es un contundente NO.
Violencia
de género en stricto sensu atañe a aquella violencia física o mental que un
género emplea sobre el otro, para lograr su opresión y sumisión. Entendiéndose
“género” al conjunto de características como cada quien construye su
sexualidad, independientemente del sexo biológico con el que se nació.
¿Existen
personas que maltratan o matan a otra persona por razón de su “género”? Para
ser más claros, ¿existen hombres que golpeen o asesinen a una mujer (cualquiera)
por el sólo hecho de ser mujer (feminicidio)? Claro que no, al menos yo no he
visto ninguno. Y es que, si aceptamos ello, estaríamos asumiendo que existe un
odio irracional de muchos hombres en contra de las mujeres, que les impediría
incluso tenerlas como parejas. Sin embargo ¿Por qué entonces la violencia “de
género” se da al interior de relaciones sentimentales?
En
efecto, más del 95 por ciento de los casos de maltrato físico o psicológico
contra la mujer se da en el contexto de una violencia familiar o doméstica (*),
muchas veces motivado por celos, pleitos, diferencias irreconciliables,
embriaguez, etc., y no por un odio irracional del hombre hacia la mujer como se
pretende vender.
Y es
en este aspecto que las políticas públicas nada o poco han hecho erradicar
dicho flagelo; por el contrario, se están destinando recursos para tratar esta
problemática de forma aislada y segregada, como que si la fuente del problema
fuese la “desigualdad de género” propiciado por una “sociedad patriarcal
opresora”.
Tratar
la violencia doméstica como un problema de género, invisibiliza su real
dimensión y sus verdaderas fuentes, tales como: la rotura de los lazos
familiares, problemas de salud mental, falta de entendimiento de la
complementariedad, entre otros. Incrementa así los fantasmas de una absurda
guerra por la supremacía y la opresión, y por ende cataloga cualquier tipo de
violencia contra la mujer como una muestra de “machismo imperante”, logrando de
esta forma acrecentar las cifras de la supuesta violencia de género y otorgar
con ello el capital ideológico a una lucha hegemónica emprendida por el
feminismo moderno que está destinada a distanciarnos más como sociedad.
Las
feministas saben que “el enfoque de género” no es la solución a la violencia
contra la mujer, y por eso lo defienden, porque les interesa mantener vivo el
conflicto, sin la cual no tendrían razón de ser, y por ende no habría nadie
quien financie sus campañas y como consecuencia sus salarios. El enfoque de
familia y de complementariedad entre hombres y mujeres es la solución, por eso
no les gusta.
Efectivamente,
necesitamos que el Estado cambie su enfoque, voltee la mirada hacia la familia,
e implemente políticas públicas orientadas a defender y proteger a la niñez, la
promoción del matrimonio, el fortalecimiento de los lazos familiares, y la
atención especial al adulto mayor. Solo así, podremos disminuir las cifras de
violencia que tanto nos aqueja y vislumbrar un futuro esperanzador.
Por
ello es necesario eliminar la carga ideológica en estos asuntos, porque nos
impiden ver las verdaderas causas de la violencia, y sobre la base de un
enfoque de familia y de complementariedad entre hombres y mujeres, diseñar y
ejecutar políticas preventivas que tengan como prioridad el fortalecimiento y
promoción de la familia, como fuente de desarrollo y bienestar social.

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