¿QUÉ NOS PASÓ?
La coyuntura de crisis política y judicial en nuestro país, sin darnos cuenta sacó lo peor de nosotros. En nuestro afán de presentarnos como los justicieros para condenar el delito de la corrupción, hemos alentado a que otros se perpetúen en la sociedad. Los medios de comunicación, junto a algunos personajes políticos, culparon de corruptos a todos los titulares del Consejo Nacional de la Magistratura, pese a que los audios sólo relacionaban a tres de ellos, pero poco importó saber eso. Nos empecinamos en pedir la renuncia de todos ellos, incluso de sus suplentes, cuando estos últimos ni siquiera han realizado alguna función pública para cuestionarlos, importándonos muy poco que tengan que decir en su defensa. Convirtiendo así nuestro sistema sancionador, donde se protegen las garantías de un debido proceso (el cual nos costó mucho construir), a un sistema inquisitivo medieval, en el que juzgamos y sancionamos mediáticamente sin previo juicio a las personas; basándonos sólo en